Abro Hilo: Cuando Atendí a la Cliente Más Grosera
Alejandro (narrando): Abro hilo: cuando me tocó atender a la cliente más grosera de mi vida.
[Corte a Alejandro en el café, sirviendo a otros clientes. La puerta se abre y entra Mariana, con una expresión de impaciencia.]
Mariana (con tono cortante) ¡Oye, tú! Quiero un latte, pero escúchame bien: que no esté muy caliente, ni muy frío, con leche de almendra, pero solo un poquito, ¿entendiste? ¡Y apúrate, no tengo todo el día!
Alejandro (narrando): Ya desde el saludo, supe que esto iba a ser divertido... o al menos interesante.
[Alejandro, manteniendo la calma, empieza a preparar el café, mientras Mariana lo observa como un halcón.]
Mariana (con voz exasperada) ¡Más rápido! ¿Es que no te enseñaron a hacer las cosas bien? Y que no se te ocurra quemar el café. Ah, y la leche, bien espumada, pero no te pases, ¿eh?
Alejandro (narrando): Me pidió que el café estuviera perfecto, pero con tantas instrucciones, ya no sabía si estaba haciendo un café... o un experimento químico.
[Alejandro termina el café y se lo entrega con una sonrisa profesional.]
[Mariana toma el café y lo prueba rápidamente, preparándose para criticar.]
Mariana (sorprendida, pero tratando de ocultarlo) ...¡Está... perfecto!
Alejandro (narrando): Ahí es cuando me di cuenta de que incluso la persona más gruñona no puede resistirse a un buen café.
Mariana (murmurando, avergonzada) Bueno... supongo que no todos los baristas son inútiles...
Alejandro (narrando): Y así, la cliente más grosera se convirtió en la cliente más callada. Fin del hilo.
[Alejandro sonríe mientras Mariana sale rápidamente del café.]
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