La maestra me mandó su pack y todavía no me recupero
Plebes, esto que les voy a contar todavía me parece surreal, pero sucedió. Estábamos en clases en línea, y la maestra de inglés, Miss Daniela, nos había dejado una tarea complicada. Les juro, nadie la entendía. La Miss tenía como 30 años, era bien simpática y atractiva, de esas maestras que hasta te dan ganas de esforzarte en clase. Imagínense: era alta, de cabello castaño lacio, siempre con una sonrisa, y aunque la veías bien profesional en clase, notabas que le gustaba arreglarse y vestirse a la moda. Era la sensación del salón virtual, y en persona ni les digo.
Así que ese jueves, en plena noche, me atoré en la tarea y pensé: *"Ni modo, voy a escribirle para ver si me puede aclarar esto."* Le mandé un mensaje en WhatsApp:
Yo: “Buenas noches, Miss, disculpe la hora. ¿Podría ayudarme con el ejercicio 3? No entiendo bien las instrucciones.”
Pensé que no contestaría a esa hora, pero a los pocos minutos me llegó un mensaje. Emocionado, abrí el chat y vi que me había mandado… dos fotos. Pensé que serían capturas de pantalla de los apuntes o algo. Las abrí sin pensar y… no eran apuntes.
La primera foto era una selfie de la Miss en pijama, pero no una pijama cualquiera, ¿eh? Era una de esas con encaje, en tonos oscuros, y su cabello suelto le daba ese toque de *“reina de Instagram.”* En la segunda, estaba frente al espejo, en ropa interior. Me quedé congelado, plebes, y mis manos temblaban. Apenas si podía respirar del shock. La miré como en cámara lenta, tratando de procesar si esto era real.
Entonces veo que empieza a escribir rápidamente:
Miss Daniela: “¡Ay, Dios! ¡Perdón! ¡Me equivoqué de conversación!”
Yo: *temblando, sin saber qué hacer* “No se preocupe, Miss… no vi nada… eh… me hago el loco.”
En ese momento, estaba al borde de un ataque. No sabía si contestarle, ignorar el mensaje o salir corriendo de mi cuarto y nunca volver. Ella me contestó de inmediato, pidiendo que olvidara todo.
Miss Daniela: “Por favor, Nico, olvida lo que viste, esto fue un accidente. No le digas a nadie, ¿sí?”
Yo: “Sí, sí, tranquila, Miss. Aquí no ha pasado nada, palabra de honor…”
Obviamente, no pude dormir en toda la noche. Estaba demasiado nervioso. Tenía que verla al día siguiente en clase y no sabía cómo actuar. Cuando llegó la clase, entré con la cámara apagada, pero no dejaba de pensar en las fotos. Y lo peor: ella también estaba rara, evitaba mirarme y casi no respondía a mis preguntas.
Mis amigos notaron algo raro, sobre todo Carlos, que siempre estaba al pendiente.
Carlos: “Bro, ¿qué te pasa? Tienes una cara como si hubieras visto un fantasma.”
Yo: *nervioso* “No… nada, nada. Es que… no dormí bien.”
Carlos: “¡Ah, no me engañas! ¿Seguro que no te pasó algo con la Miss?”
Yo me hice el desentendido, pero Carlos seguía lanzándome miradas, como si supiera que algo andaba mal. Estaba a punto de contárselo, pero decidí no decir nada. Imaginé lo rápido que se haría chisme y lo incómodo que sería para la Miss. Total, guardé el secreto.
Lo peor es que desde entonces ella ya casi ni me contestaba los mensajes, y cada vez que tenía una duda, pensaba dos veces antes de escribirle. Incluso en persona, cuando volvimos a las clases presenciales, ella me saludaba, pero siempre un poco distante, como si aún recordara esa noche. En serio, plebes, hasta el día de hoy me da algo de vergüenza cuando me la topo en los pasillos.
La pregunta es… ¿ustedes qué hubieran hecho? ¿Se lo habrían contado a sus amigos o se quedan callados? Díganme si yo fui el raro o si hubieran actuado igual. ¡Déjenmelo en los comentarios si alguna vez pasaron por algo tan incómodo!
CIERRO HILO.
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