Le dije groserías a la maestra guapa

 

Le dije groserías a la maestra guapa por culpa de mis compas y todavía no lo supero


Plebes, les tengo una historia que aún me da mucha pena. Soy estadounidense y apenas estaba aprendiendo español, así que imagínense, me tomaban de burla con mis compañeros mexicanos. Estábamos en una clase de historia, y la maestra, Miss Julieta, era muy buena onda. Siempre nos ayudaba con los ejercicios, pero también era algo estricta. Aunque, en lo personal, yo pensaba que era bastante chida, no como las otras maestras.


Esa mañana, mientras la Miss estaba explicando la lección, mis amigos, Carlos y Luis, decidieron que sería una buena idea hacerme una broma. Yo, sin entender mucho, me dejé llevar. Carlos, que siempre era el más desvergonzado, se me acerca y me dice:


Carlos: “Ey, Nico, dile a la Miss que está muy ‘chida’ para que la impresionas.”  

Yo: “¿Chida? ¿Qué significa eso?”  

Carlos: “No te preocupes, bro, solo dile ‘chida’, es algo bueno, te lo juro.”


Pensé que era algo bonito, así que cuando Miss Julieta se acercó a ver cómo iba mi tarea, le dije:


Yo: “Miss, ¡está muy chida!”


La clase se quedó en silencio por un segundo, y luego todos empezaron a reírse a carcajadas. Yo no entendía nada, pero mi estómago ya empezaba a sentir ese nudo de terror. Miré a mis amigos, y ellos, en vez de ayudarme, estaban muriéndose de risa.


Miss Julieta, al escucharme, me miró con una expresión rara, y luego me dijo:


Miss Julieta: “Nico, ¿tú sabes lo que acabas de decirme?”  

Yo: *sudando frío* “Eh… ¿qué soy buen estudiante?”  

Carlos, muerto de la risa, le dice a Luis en voz baja:  

Carlos: “Bro, le acaba de decir que está ‘chida’ en un sentido bastante… raro.”


Yo, súper confundido, traté de arreglarlo rápidamente y solté:


Yo: “No, Miss, o sea, ¡que es una excelente maestra!”  


La Miss, ya entendiendo que estaba completamente perdido, me soltó una sonrisa y dijo:


Miss Julieta: “Bueno, Nico, la próxima vez, mejor revisa lo que te dicen antes de hablar.”  


Al final, mis amigos no pararon de reírse durante toda la clase. Y claro, nunca me dejaron vivirlo. Desde entonces, cada vez que me equivoco con el español, me miran y dicen: “¡Cuidado con lo que dices, que no se te olvide lo de ‘chida’!”


¿Qué hubieran hecho ustedes, plebes? ¿Se habrían dejado llevar por la broma o hubieran investigado mejor? ¡Cuéntenme en los comentarios! 


CIERRO HILO.

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